lunes, 29 de septiembre de 2008

SANTI

Hola soy Bettina, la mamá de Santi...él tiene autismo y fue diagnosticado a los 2 años. Hoy tiene 6 años y es mi ángel. Es un chico cariñoso, féliz y tiene una personalidad increíble, no importa cuánto le cueste, pero siempre se hace entender y logra lo que quiere. Hasta los 14 meses todo parecía normal, hasta que empezó con berriches a la hora de comer. No tragaba los alimentos y si lo obligaba los masticaba y los mantenía en la boca por horas. Luego empezó con llantos desesperados cuando íbamos a lugares que no conocía o a lugares muy concurridos y yo no podía evitar levantarlo en brazos por la manera de llorar...y empezó a pasar en casa también. Cuando entraba alguien lloraba por largo rato y tenía cara triste...hasta que comenzó a evitar las miradas...mi mayor preocupación fue cuando no me miraba más a mi ni a mi marido y a su hermana. Ahí lo llevé a una psicopedagoga que me habló de la posibilidad de AUTISMO. Yo entré en internet y me puse a leer, y era ver a Santi reflejado en todos los síntomas del autismo...así que inmediatamente fuimos a un neurólogo y nos mandó a hacer una cantidad de estudios para poder dar un diagnóstico...

Esa etapa para mí personalmente fue un infierno...sólo pude superarlo porque tengo una familia increíble...y un marido de "fierro". El se tuvo que ir de viaje de negocios y yo me encontraba sola, con una hija un año menor, y llevando a Santi a todos los estudios correspondientes...obviamente agravado porque él no entraba en lugares desconocidos sin berrinches y llantos de 45 minutos y no dejaba a ningún extraño acercarse a él, ni siquiera hablarle. Cada estudio fue durísimo y por suerte me acompañaron mis hermanas y mi madre.

Finalmente llegó mi marido y nos dieron el diagnóstico: TGD con espectro autista, pero la neuróloga nos dijo la palabra AUTISMO para que no quedara ninguna duda que entendiéramos que significaba hacer algo de inmediato. Luego reunión con las psicopedagogas que nos dirían que había que actuar rápido y empezar con el tratamiento lo antes posible, pero que ahí, en el Fleni, no había lugar.

Ese día no me lo voy a olvidar jamás...ni la desesperación y el terror que me invadió una vez que salí del lugar. Lo miré a mi marido y le pregunté "que nos acaban de decir...?" y él muy tranquilo me dijo "mirá nada que nos tenga que preocupar, porque está sano y es un niño felíz...sólo que vamos a tener que hacer cosas distintas que las que estamos acostumbrados a hacer con nuestra otra hija...pero no está enfermo..." y me abrazó...y en ese momento me di cuenta que había sido bendecida por tener una persona tan especial al lado mío y una familia increíble. Ese día comenzó nuestra aventura.

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